miércoles, 8 de julio de 2015

Luna timida



Caminaba oscura la misteriosa noche llevándonos de la mano a descubrirnos entre las palabras, la compañía, la lluvia y la tímida luna. Ella y yo, hablamos de cosas que ya no existen, de preferencias, desdichas y obviamente felicidades. Después, nos deslizamos entre la lluvia a un tenue lugar donde la luna lentamente aparecía para vigilarnos. Danzamos sin pedirle permiso al tiempo y al final de un verso, el preludio de un beso se aproximaba para seguidamente unir nuestros labios. Lentamente la luna curiosa, escondida entre las nubes, apareció, hipnotizándonos, haciéndonos dejar atrás cualquier sentimiento de soledad y culpa. En ese momento las ganas de hacer tangible el deseo de besarte surgieron de la nada y en medio de un abrazo nuestros labios se mezclaron además de algunas caricias ermitañas. Increíble fue para mí haber tocado tú alma con mis versos y más aún, lo que pasó después, cuando me perdí en el laberinto de tu deliciosa boca cálida. Me sentí infinito mirando el cielo aparecer en tus ojos, queriendo en ese instante que el tiempo no pasara, que se congelara y nos mantuviera en esa melodía que nos envolvía.
Al final de tantas verdades dichas, esas verdades que no necesitan palabras para entenderse, solo los ojos cerrados y el alma dispuesta a deducir el significado de nuestros besos, después de eso, la realidad nos llamaba para continuar el camino por sentidos separados, no sin antes implícitamente dejar en claro el próximo momento en que futuramente entregaríamos algo más que la misma verdad de extrañarnos, ese algo que hasta hoy vale la pena disfrutar, vale la pena estar juntos a cada instante acompañados de una luna curiosa.


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