miércoles, 1 de julio de 2015

La sencillez




En los tiempos que vivimos hoy en día es muy difícil ser sencillos, pues lo queremos todo: una casa grande, un coche potente, los trajes y perfumes más caros, joyas de marca...


¿Pero para qué nos sirve todo eso? ¿Para acumular, para guardarlo en un cajón? ¿Para presumir y dar envidia a los demás? ¿Para aparentar una clase social?

A mí me gusta la sencillez, pues me parece mucho más elegante una persona sencilla, la que disfruta de un paseo por el campo, de la visión de las estrellas, la que se para a mirar las flores de un jardín, las huele pero no las arranca. La que disfruta del sol, la luna, la brisa veraniega, la compañía de su mascota, sus amigos, su familia.

La que se compra un paquete de pipas y una lata de refresco y se tira las horas muertas hablando con su mejor amiga.

La que disfruta del silencio de la tarde cuando todos duermen la siesta.

Esa que valora una caricia, una mirada, un "Te quiero", más que a nada en el mundo y lo guarda en su memoria para revivirlo una y otra vez.

La que se queda ensimismada y viaja con su imaginación, pues no tiene dinero para viajar de verdad.

La que, en definitiva, se hace compañía a sí misma y encuentra consuelo en el fondo de su alma.

                  (Amrit Nam Kaur)



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