viernes, 25 de marzo de 2016

Una hora de tu tiempo


Cuentan que una noche, cuando en la casa todos dormían, el pequeño Ernesto de 5 años se levantó de su cama y fue al cuarto de sus padres. Se paró junto a la cama del lado de su papá y tirandoños. _ Que cuánto ganas en el trabajo. _ Hijo, son las 12 de la noche, andate a dormir. _Sí papi, ya me voy, pero tu ¿cuánto ganas en tu trabajo? El padre se incorporó en la cama y en un grito ahogado le ordenó: _ ¡ Te vas a la cama inmediatamente, esos no son temas para que tú preguntes! _ y extendió el dedo señalando la puerta. Ernesto bajó la cabeza y se fue a su cuarto. 
A la mañana siguiente el padre pensó que había sido demasiado severo con Ernesto y que su curiosidad no merecía tanto reproche. En un intento de reparar, en la cena el padre decidió contestarle a su hijo: _ Respecto de la pregunta de anoche, Ernesto, yo tengo un sueldo de 1800 euros, pero con los impuestos y descuentos me quedan unos 1200 euros. _ ¡Uhh! ? cuánto ganas, papi _ contestó Ernesto. _ No tanto hijo, hay muchos gastos._ Ahh? y trabajas muchas horas. _ Sí hijo, todo el día. _ Ahh _ Asintió el chico, y siguió: _ Entonces tú tienes mucho dinero, ¿no? _ Basta de preguntas, eres muy pequeño para estar hablando de dinero. 
Un silencio invadió la sala y callados todos se fueron a dormir. Esa noche, una nueva visita de Ernesto interrumpió el sueño de sus padres. Esta vez traía un papel con números garabateados en la mano. _ Papi ¿me puedes prestar 5 euros? _ Ernesto? ¡¡ son las 2 de la mañana!!_ se quejó el papá. _ Sí pero ¿ me los puedes dejar? El padre no le permitió terminar con la frase. _ Así que este era el tema por el cual estás preguntando tanto por el dinero, mocoso impertinente. Vete inmediatamente a la cama antes de que te de con la zapatilla Fuera de aquí! A tu cama. Vamos.
Media hora después, quizás por la conciencia del exceso, quizás por la mediación de la madre o simplemente porque la culpa no lo dejaba dormir, el padre fue al cuarto de su hijo. Desde la puerta escuchó lloriquear casi en silencio.Se sentó en su cama y le habló. _ Perdóname si te grité, Ernesto, pero son las dos de la madrugada, toda lagente está durmiendo, no hay ningún negocio abierto, ¿no puedes esperar hasta mañana? _ Sí papá_ contestó el chico entre mocos. El padre se metió la mano en el bolsillo y sacó su billetera de donde extrajo un billete de cinco euros. _ Ahí tienes el dinero que me pediste.
El chico se enjugó las lágrimas con la sábana y saltó hasta su ropero, de ahí sacó una lata y de la lata unas monedas y unos pocos billetes de cinco euros. Agregó los cinco euros al lado del resto y contó con los dedos cuánto dinero tenía. Después cogió el dinero entre las manos y lo puso en la cama frente a su padre que lo miraba sonriendo.
_ Ahora sí_ dijo Ernesto_ llego justo, veintidos euros y medio ._ Muy bien hijo, ¿y qué vas a hacer con ese dinero?
_ ¿ Me vendes una hora de tu tiempo?


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