martes, 22 de marzo de 2016

En defensa de las mujeres


No habléis mal de las mujeres, por mi amor;
Si los hombres las dejaran en paz, no cometerían faltas.

Muchos hombres murmuran de las mujeres,
mentándolas ligera y deshonestamente.
Más les valiera estar callados,
la mujer no obra mal si no es por el hombre.

Pocos cuerdos habrá que hablen mal de las mujeres,
más honesto es hablar bien de ellas.
¿Por qué han de ser criticadas?
Grandes y pequeños, todos nacemos de ellas.

Culpar a las mujeres es flaca valentía,
igualarlas a todas por criticar a una.
Mejor si se callara quien así se comporta,
no merece que le hubiesen dado de mamar.

Quien culpa a las mujeres debería pensar
de dónde nacemos él y todos los demás,
le preguntaría si él lo hizo de mujer o no.
Sólo por ella, debería ensalzar a todas.

La mujer siempre es beneficio para el hombre,
de ellas venimos todos al mundo;
si ella no nos criase, moriríamos al nacer,
y cuando ya hemos crecido, aún la necesitamos.

Cuando estamos sanos, de su mano vestimos y comemos,
cuando enfermos, estamos perdidos sin ella,
cuando morimos, ¿quién nos llorará como una mujer?
La necesitamos a todas horas, no hay ninguna duda.

Donde no hay mujer no veo nada que me plazca,
ni el hombre ni la casa están cuidados,
reina el desorden en toda la casa.
No quiero el paraíso, si en él no hay mujeres.

Jamás oí que una mujer atacara primero al hombre,
sino que es el hombre quien ofende a la mujer.
La maldad proviene siempre de los hombres,
¿por qué se culpa entonces a la mujer?

Los hombres deberían tener mayor virtud,
yo la veo mucho más entre las mujeres;
hay mil hombres viles para una mala mujer,
para un hombre virtuoso hay mil mujeres.

Si hiciesen caso a los hombres, no habría una buena,
no pueden dejar de acosarlas a poco que valgan.
Pero hay muchas mujeres que los evitan,
porque la virtud es muy superior en ellas.

Nunca oí que la mujer forzara al hombre,
es el hombre quien persigue como un loco a la mujer.
Si alguna se acerca amorosamente a él,
¿deberá el hombre culparla por ello?

Dios ama a la mujer más que nada en el mundo;
bajó del cielo por amor a una de ellas.
Fue una mujer quien lo hizo hermano nuestro,
y por ella son todas las mujeres dignas de alabanza.

Yo pienso que la mujer es cosa dulce,
cosa encantadora en todos sus encantos,
procura gran placer de noche y de día.
Gran villanía es hablar mal de ella.

No hay en el mundo más hermoso y placentero
como la mujer desnuda bajo el hombre,
rendida con los brazos abiertos,
para que el hombre haga con ella lo que quiera.

Aunque la hiera con su dardo en medio del cuerpo,
se quejará menos que si fuera un ángel.
Relajado el dardo y sanada la herida,
el poder de su encanto los reconcilia.

¿Habrá nadie tan burdo que no lo reconozca,
y que sea capaz de culparla por ello?
No es hombre bien nacido quien así se comporta,
porque no reconoce el bien que la mujer le hace.
                                                                (Bernat Etxepare)
                                                        

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