domingo, 25 de octubre de 2015

Así miro la vida



Me subo a unos tacones para contemplar la vida al menos ocho centímetros por encima de la realidad, así le pongo perspectiva y los problemas se ven más pequeñitos y puedo pisarlos o aplastarlos como a una colilla.
Me pinto los ojos para que la vida se me antoje menos gris, de colores brillantes como el azul cielo o el verde mar para dibujar con mi mirada un futuro mejor. Y cuando miro algo que me gusta, me pinto una raya para hacerle un marco e inventar un cuadro para colgarlo en mi retina, en el museo de las cosas bonitas que me gusta recordar.
Me pongo unas gotas de perfume para disimular el olor de la injusticia, que huele a podrido, o el olor del rencor y la envidia, que huelen a cerrado y a humedad porque se guardan tan dentro del alma que no se airean nunca,  o el olor de la enfermedad y la desesperanza que huelen a sucio. El aroma de mi perfume lo inunda todo y todo huele a fresco, un día  a bebé recién bañado  o a mañana será un día estupendo, y otro día  a lluvia recién caída y a porque yo lo valgo.
Me visto con mis mejores ropas porque me gusta verme guapa y  me digo cuánto me quiero para alimentar a mi autoestima que siempre hizo dieta y se puso muy malita.
Y así, subida a mis tacones, con los ojos pintados y el perfume fresco, vestida con mis mejores ropas, me gusta mirar la vida que siempre, siempre, me devuelve la mirada con una sonrisa cómplice.


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